En nuestra sociedad constantemente se nos dice que el amor es el motor de nuestra
vivencia y el sentido o por qué no decirlo, la "razón de nuestra existencia". A diferencia de
los hombres, para las mujeres el amor es no sólo una experiencia posible, sino la
experiencia que las define. ¿Para qué están las mujeres en este mundo? Más allá de los
posicionamientos políticos, más allá de las ideologías y las generaciones, la respuesta
común a esta pregunta es "para amar".
Como lo afirma Marcela Lagarde, las mujeres han sido socialmente construidas por una
cultura que pone el amor en el centro de su identidad. "El ciclo de vida de las mujeres es
el ciclo de transfiguración de las mujeres como seres del amor”. De esta manera, el amor
se vive como mandato, es una obligación, es un deber y no un acto voluntario.
Hace más de 50 años la filósofa y feminista francesa Simone de Beauvoir dijo: No se nace
mujer, llega una a serlo. Hoy podemos afirmar, las mujeres no nacen amando aprenden a
hacerlo.
El primer acercamiento y aprendizaje del amor se tiene en la relación materno-filial.
Apreciar claramente la construcción cultural de las mujeres como seres del amor, implica
necesariamente revisar la relación de amor con la madre. Es en esa primera relación que
se aprende a amar, nuestra primera relación amorosa es con quien nos cuida.
Con la madre no solo se aprenden actitudes, modales y habilidades. También se aprende
a amar, aprendemos los objetivos y contenidos del amor y desarrollamos necesidades
amorosas.
Las y los humanos también somos seres del amor en la relación con el padre. Esta es otra
gran relación que define y configura nuestro aprendizaje en el amor. Y a partir de aquí, en
todas las relaciones venideras estará siempre en juego el amor. Cada relación personal es
una relación pedagógica sobre el amor.
Constantemente nos educamos y reeducamos sobre el amor, los deberes de este, las
prohibiciones y lo que está permitido en el juego del amor. La pedagogía del amor, el
aprendizaje del amor es una educación informal. No nos explican lo que es el amor y
menos si es necesario analizarlo, sino que con palabras o sin ellas nos van enseñando lo
que eso significa.
El amor es una experiencia relacional con el mundo y una experiencia de aprehensión de
éste. Así también, es una experiencia de aprehensión con el yo misma. En este sentido, es
necesario y urgente que cada vez un mayor número de mujeres puedan decir y digamos:
"me amo". Este es uno de los primeros y grandes principios que enmarcan un amor libre
de violencia.
En nuestras relaciones el amor y la violencia han transitado inexplicablemente juntos los
distintos senderos, pero con grandes consecuencias y repercusiones, en particular hacia
las mujeres. Destrabar esta relación, implica analizar y "pensar el amor" (claro, el amor al
igual que la política y otras tantas cosas, hay que pensarlas) de forma distinta, en la cual
la violencia no tenga cabida, pero para llegar a eso es necesario antes escribir y visualizar
nuestras relaciones amorosas; se necesita darle el valor de "anormal o antinatural", a lo
que en un sinfín de ocasiones nos han dicho que es "normal".
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