Carta de una mujer golpeada
A tí mi esposo
Esta carta te la escribo mi querido esposo, con las últimas fuerzas que me quedan después de tener una pequeña riña contigo... Recuerdo cuando nos conocimos lo caballero que eras; limpio, elegante, atento educado... un hombre como pocos, según mis ojos ciegos. Y a pesar de tu mala actitud no me daba cuenta de nada y me fui enamorando como una loca de ti. Dependía de tus caprichos... Ya sabes... Educada a la antigua con moral y con prejuicios, tú para conjugar todo me regalaste ilusiones, miles de estrellas y buenos deseos sin duda me convenciste que eras con quien deseaba pasar el resto de mi vida.
Una tarde toda ilusionada enamorada y vestida de blanco recorrí el Sendero para llegar a ti, con la esperanza que nuestro mundo seria siempre de color de rosa... Y llego el tan ansiado “Hasta que la muerte nos separe” . Todos aplaudieron. Tus ojos brillaron... ilusa si, sellaste el pacto con besos de sangre invisible... Fiesta y solo 2 semanas de vida armoniosa... Porque una mañana ''la primera'' te enojaste pues tu camisa preferida no estaba planchada. Ahí comenzó todo. Me golpeaste y saliste apresurado, pensé: ''tengo la culpa por no tener su ropa limpia'' y te perdoné; como si nada hubiera pasado... y a ti por la noche me entregue aún con el cuerpo adolorido.
Este mal trato fue más continuo con la llegada de los niños, pues te incomodaban sus gritos, sí, ni dudarlo corazón. Eras precavido... me golpeabas diciéndome que “Era la forma de demostrarme tu cariño” y yo lo creía... necesitaba hacerlo. Porque te amaba y no podía dejarte. La maldita excusa de siempre ¿ Qué diran de mi? O los niños están pequeños, necesitan a su papá... y siempre te justificaba por no aceptar que era mi cobardía a enfrentarme, a la vida en soledad. Por lo que en verdad no te abandonaba, además el juramento y la alianza de que nos separe la muerte ¿ como romperlo ? Si esta vida la había elegido YO y nadie me forzó.
A veces tus golpes ya no me dolían... Fuiste cruel y yo cobarde. Hicimos de esto una rutina: me pegabas como para reafirmar tu jerarquía. Tú eres el que manda yo soy tu mujer y te tengo que obedecer Nada. Ni nadie nos podía separar creo que en lugar de casarnos, no noté que para ti fue comprarme para tener sirvienta y prostituta gratis, no una mujer para amar y con quien compartir...
Esta noche me golpeaste como nunca. En el vientre, la cara... por todo el cuerpo y casi me desvanecí... te asustaste y saliste despavorido. Yo tomé fuerzas de nada y salí a denunciarte (que tarde) pues en mitad de la calle está mi cuerpo inconsciente y mientras me llevan al hospital voy pensando que es verdad... sólo la muerte nos va a separar, una promesa que cumpliremos; una muerte que loca y ansiosa en tus manos fui a encontrar y todo por amarte y ser cobarde, no tolerar el ¿ que dirán? Si eso es... ahora llego al nosocomio y veo a mis hijos que lloran... les han anunciado mi fallecimiento. No los puedo consolar, y me pregunto ¿ por qué no te deje el primer dia que me golpeaste? Ellos hubieran sido felices y no tan temerosos de ti y de mí. Ya se va y acaba el sufrimiento ahora lloras he imploras mi perdón, llevando a mi tumba flores como cuando éramos novios ¿ para que ? Esas no las quería ni en vida. Solo anhelaba tus caricias y tu aceptación, y solo obtuve tus golpes y mi propia humillación
Te dejo amor mío, por fin la muerte nos separa (cumplí a cabalidad la promesa) eres libre. Solo te pido que ya no golpees a nadie; mi cuerpo y mi alma no sienten dolor...
Atentamente
Tú mujer a la que mataste y que por cobarde no supo salvarse
viernes, 10 de julio de 2009
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