lunes, 11 de mayo de 2009

Un grito en el silencio


La sociedad nos ha enseñado que el amor nos define como mujeres, debemos ser cautas y amorosas con el marido, novio o compañero, cuidarlo, protegerlo y amarlo por sobre todas las cosas, somos él y yo, nada más importa. No importa que me diga que ese color de pelo me queda horrible, que no sirvo para nada, que sin él no existo. Me lo tengo que bancar, yo lo elegí para pasar mi vida. ¡Mujeres! Sépanlo, ¡no tiene que ser así! No debe ser así bajo ningún punto de vista.

La sociedad, la cultura, nos ha construido como seres del amor, de la sumisión. Nos encasillan y nos condenan a vivir una vida miserable. Por eso hoy les propongo que hablemos desde una perspectiva de género que nos abarque, que nos embargue, tratemos de pensarnos, de mirarnos como personas libres de hacer lo que se nos plazca (siempre teniendo en cuenta que somos seres relacionales y que lo que hagamos siempre involucra a los otros), tomemos decisiones por nosotras mismas, no dejemos que nos hagan y que nos deshagan. Pensémonos iguales, hombre – mujer: iguales.

Hablamos de género cuando decimos que los vocablos hombre – mujer son construidos y no tienen por qué ser estáticos, sino todo lo contrario, deben de ser dinámicos, moverse todo el tiempo: hay mujeres que trabajan, hay hombres que se quedan en casa, hay mujeres que hacen política y hay hombres cuya especialidad es la cocina, etc. y muchos ejemplos más. Ya no somos “los” ni “las” de antes.

La sociedad patriarcal nos ha hecho aprehender que somos débiles, que sin un hombre que nos proteja no servimos para nada y que todo se lo debemos a él; que son ellos quienes deben gobernar, tomar las decisiones y muchas otras cosas más que no vale la pena nombrar. En nosotras está la posibilidad de cambiar la mentalidad; los tiempos nos corren y debemos empezar a pensarnos como mujeres libres, dignas de una vida que nos de provecho, porque podemos, no somos débiles, todo lo contrario, “todo lo podemos”. Y cuando digo libres no digo solas, digo que las personas que están a nuestro lado nos deben de respetar porque no somos cosas, somos MUJERES y tenemos derecho a no ser golpeadas, maltratadas, humilladas, discriminadas, abusadas… Y está en nosotras hacerlos valer porque podemos enojarnos, gritar, porque somos adultas y responsables y queremos compartir nuestros sentimientos y debemos hacerlo. Y está también en los hombres respetarlos.

Comencemos entonces, todos, hombres y mujeres, a cambiar actitudes, a valorarnos, a querernos un poco más, porque todos somos parte de esta realidad y está en nosotros transformarla porque somos agentes de cambio, que nadie nos impida desplegar nuestras potencialidades para hacerlo, porque todos podemos, porque recursos humanos hay muchos y hay que saber aprovecharlos y llevarlos a su máxima expresión. No nos quedemos con los brazos cruzados, reaccionemos, tomemos conciencia de esta realidad que nos sobrepasa y seamos sensibles ante las injusticias, NOSOTROS, la gente común; los profesionales, los estudiantes, las amas de casa, los empleados públicos, privados, los quiosqueros, lo barrenderos, los almaceneros. En nosotros está la transformación.

1 comentario:

lili dijo...

Te felicito guille, muy buena prosa con mejor contenido! Seguí luchando porque aún hay mucho por hacer al respecto....