miércoles, 27 de mayo de 2009
Quererse, de eso se trata…
Quererse es aceptarse, conocerse, escucharse, cuidarse, defenderse y animarse.
Es valorarse, con defectos y errores, con fracasos, con imperfecciones, con flaquezas, con dudas y con miedos.
Es creernos capaces, saber que podemos.
Es reconocer lo que somos, lo que significamos, es halagar lo que hacemos, lo que logramos.
Es elegirnos y admitirnos sin tapujos, sin disimulos, sin vergüenza.
Es entender que somos únicas, irreemplazables, importantes y merecemos ser queridas.
Es defender nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestro cuerpo, nuestra vida.
Es no dejar que nada ni nadie nos humille, nos someta, nos menosprecie, nos minimice, nos ningunee, nos esclavice, nos lastime, nos pisotee y nos dañe.
Es saber que ni un solo golpe puede justificarse, es no permitir que nos dobleguen con amenazas, que nos hieran con desprecios, que nos reduzcan a simples cosas, que nos utilicen y nos ultrajen.
Es hacerse valer, hablar cuando otros esperan que callemos, imponerse cuando otros esperan que bajemos la cabeza y obedezcamos, es decir NO cuando no queremos.
Quererse es pedir ayuda, es gritar para que alguien nos escuche, es decir ¡BASTA! antes de que sea tarde y luchar por una vida mejor, porque lo merecemos.
Las últimas estadísticas de denuncia por violencia familiar que manejamos (extraoficialmente) son: en lo que va del año 54 casos.
martes, 26 de mayo de 2009
El Maltrato A Los Ancianos: ¡qué Vergüenza!
En los años 60 se reconocía el abandono y abuso infantil y en los años 70 el fenómeno del maltrato conyugal salió a la luz pública. De forma más tímida, a lo largo de estos 20 últimos años se comenzó a tratar el tema de “Los malos tratos y el abandono en los ancianos”, reconociéndose que ellos también constituyen una población de alto riesgo para recibir este tipo de abusos.
Hoy en día estos casos se consideran un grave problema social, con raíces culturales y psicológicas. No importa el nivel económico ni educativo de quien lo ejerce o lo padece.
Desde que se comenzó a investigar sobre esta clase de abusos han ido cambiando algunos conceptos:
• No todos los agresores son personas con problemas patológicos, pueden ser personas con el resto de sus conductas no muy desviadas de la norma.
• En contra a lo anterior, si existen algunas investigaciones que indican que los agresores de ancianos pueden presentar psicopatologías más graves que los agresores de otros colectivos. (Finkelkor y Pillemer 1987 ; Wolf 1986)
• Se rechaza ya la creencia de culpar solo a la persona mayor de su situación de maltrato y/o abandono
Por lo que se están concentrando las acciones en hacer al agresor responsable de sus propias acciones aunque, por el momento, no existan muchos programas dirigidos para aquellos sujetos que hayan maltratado ancianos ni tampoco se hayan desarrollado teorías terapéuticas al respecto.
4. Hasta ahora para la mayoría de las personas era muy difícil comprender que estos hechos podían darse en la propia familia. Lo asociaban solo a instituciones residenciales.
En los últimos años se ha percibido un aumento de los casos de violencia física y psicológica hacia los más débiles, entre ellos la población de más de 65 años, sector muy importante en la sociedad actual y que se verá incrementado en los próximos años.
Este clima de inseguridad afecta a nuestra calidad de vida y vulnera los derechos fundamentales de las personas, por lo que la sociedad debe poner los medios necesarios al objeto de poder evitar estos abusos.
Los gobiernos deberán reforzar los sistemas oficiales y no oficiales de apoyo y seguridad y eliminar la discriminación y la violencia contra las personas mayores.
Los pueblos de la antigüedad, tuvieron actitudes de abandono de ancianos en épocas de sequías o guerras; pero en la mayoría de los casos eran venerados como sujetos mágicos. Es posible que ello ocurriera por ser pocos los individuos que llegaban a una edad avanzada. En esos casos la matanza de los ancianos, correspondía más a un rito religioso que a un propósito destructivo.
En la antigua Grecia, dicen los historiadores, que cuando se tenía la suerte de llegar a una edad avanzada, se celebraba al anciano una fiesta, y se lo despeñaba, ya que el resto de la vida sería una “enfermedad crónica e incurable”, según Hipocrates.
En Roma se le dio características institucionales al respecto por la vejez. El ”pater” era respetado en sus facultades de potestad cualquiera fuese su edad. Como culminación política surgió el Senado, que era el Consenso de Ancianos, cuya influencia en el desarrollo del imperio fue transcendente. Lo mismo podemos decir de lo que los textos bíblicos relatan sobre la vejez en el pueblo Judío. La palabra “Zaken”, en hebreo significa vejez, pero también sabio o decano.
Ya en la Edad Media existían instituciones destinadas a cuidar ancianos y desvalidos. Pero en todas las épocas, no relatando aquí en aras de la brevedad los ejemplos puntuales, la sociedad patriarcal tenía una dicotomía:
- Por un lado el trato a los ancianos con dominio económico y social, traducido en respeto, veneración y aún subordinación. A tal punto, que los jóvenes ansiaban llegar a esa edad para asumir dignidad; más aun trataban físicamente de parecer mayores, porque el hombre adulto era una garantía de respetabilidad.
- Por otra parte, no nos olvidemos que existía una gran masa de ancianos maltratados en épocas difíciles, por su poca posibilidad de producción y su gran necesidad de cuidados, imposibles de satisfacer en épocas de crisis.
En los últimos 50 años cambió la óptica sobre lo valioso o desvalioso de la edad. Se endiosó lo joven, lo bello, lo eficaz en términos productivos modernos. Por lo tanto, surgió una forma de maltrato psicológico (desvalorización) por el sólo transcurso de los años. A ello se sumó que se mantenía en el mundo esa masa de ancianos desvalidos, no patriarcas sino “peso familiar”.
En nuestro país con la Constitución de 1949, se aprobaron una serie de normas que contemplaban “Los Derechos de la Ancianidad”. Modificada la Constitución en 1957, lo único que se consagró fue el derecho a la Seguridad Social, con jubilaciones y pensiones móviles.
Derechos de la ancianidad:
1. Derecho a la Asistencia: Todo anciano tiene derecho a su protección integral, por cuenta y cargo de su familia. En caso de desamparo, corresponde al Estado proveer dicha protección, ya sea en forma directa, o por medio de Institutos y Fundaciones creadas o que se crearen con ese fin, sin perjuicio de la subrogación del Estado o dichos institutos, para demandar a los familiares remisos y solventes los aportes correspondientes.
2. Derecho a la vivienda: El derecho a un albergue higiénico, con un mínimo de comodidades hogareñas es inherente a la condición humana.
3. Derecho a la alimentación: La alimentación sana, y adecuada a la edad y estado físico de cada uno, debe ser contemplada en forma particular.
4. Derecho al vestido: El vestido decoroso y apropiado al clima, complementa el derecho anterior.
5. Derecho al cuidado de la salud física: El cuidado de la salud física de los ancianos ha de ser preocupación especialísima y permanente.
6. Derecho al cuidado de la salud moral: Debe asegurarse el libre ejercicio de las expansiones espirituales, concordes con la moral y el culto.
7. Derecho al esparcimiento: Ha de reconocerse a la ancianidad el derecho de gozar mesuradamente, de un mínimo de entretenimientos para que pueda sobrellevar con satisfacción sus horas de espera.
8. Derecho al trabajo: Cuando el estado y condiciones lo permitan, la ocupación por medio de la laborterapia productiva ha de ser facilitada, evitándose así la disminución de la personalidad.
9. Derecho a la tranquilidad: Gozar de tranquilidad, libre de angustias y preocupaciones en los años últimos de existencia, es patrimonio del anciano.
10. Derecho al respeto: La ancianidad tiene derecho al respeto y la consideración de sus semejantes
Los derechos, concomiantes con deberes personales y sociales que todos tenemos, no son distintos en una u otra época de la vida. El énfasis en la protección de los DERECHOS HUMANOS en las personas mayores persigue la superación de las situaciones de desventaja existentes, más no generar sistemas que perpetúen las discriminaciones y las situaciones de inferioridad.
Vivimos en un mundo donde impera la VIOLENCIA, producto de una crisis integral, política, social y económica que castiga duramente a amplios sectores sociales. Dentro de este contexto, son excluidos del sistema social, un gran número de seres humanos pertenecientes a los sectores más vulnerables de la población: niños, jóvenes, discapacitados, mujeres y ancianos. Estos grupos son los que más sufren VIOLENCIA SOCIAL en sus múltiples facetas.
lunes, 18 de mayo de 2009
Sin temor y sin vergüenza!!!
En muchas situaciones la condición de vida baja, sumisa o débil de las mujeres nos colocan ante una vida de vulnerabilidad difícil de controlar. En muchos casos de violencia la mujer se ve afectada, sometida, frente a un compañero q ha elegido para pasar el resto de sus días , en otros casos también puede haber maltrato físico y emocional con otros integrantes directos o no, de la familia... pero en cualquier situación la mujer tiene el derecho de defenderse y de no permitir que otra persona hiera su susceptibilidad.
Una mujer boliviana de 32 años de edad decía lo siguiente: yo he sido victima de violencia por parte de mi esposo, el me decía “ vamos a hacer el amor”, y cuando yo le decía que no quería me respondía “ porque es que nunca quieres” y comenzaba a pegarme, hasta que muchas veces terminaba desmayada en el suelo... cuantos casos iguales o parecidos hay en nuestra sociedad, cuantas mujeres victimas de violencia no se animan a denunciar un maltrato. Si.... hay muchos casos así!!!!.
Hoy en día la mujer tiene con que defenderse, lugares donde recurrir, especialistas y gente común con quienes hablar... pero hay que animarse, cruzar la frontera del miedo y entender que tomar la decisión de formar una familia con alguien, no significa dejar atrás los sueños que todos los seres humanos también tenemos derecho de tener, se puede trabajar, se puede estudiar, se puede ayudar, así como también se puede tener la casa limpia, la ropa planchada y criar a los niños!!!! Nadie tiene el poder ni el derecho de prohibirnos ser!!!.
Pero cuántas mujeres tienen miedo, temor, vergüenza, de asumir ante la familia y ante la propia sociedad que han sufrido este tipo de maltratos...
Porque sienten ese temor?
-Porque el agresor las desvaloriza frente a los demás cuando ellas intentan dar a conocer la situación el la que se encuentran, los agresores desarrollan un proceso de difamación hacia las víctimas entre los familiares y amigos de ambos, logrando que las víctimas sean señaladas ante los demás como las culpables de la situación, del fracaso matrimonial y hasta de la destrucción de la familia!!!
- Porque la sociedad las señala como “responsables de haber elegido mal” , de que “les gusta que le peguen”, de que “algo malo habrán hecho”. ( la sociedad muchas veces es igual de cruel que el agresor)..
-Porque las víctimas piensan que no fueron capaces de ayudar a sus agresores a ser mejores personas. O que no fueron tan valiosas como para recibir respeto.
Por eso y por muchas otras razones una mujer a veces justifica y defiende lo indefendible...
Mujeres no sientan nunca vergüenza porque son muy valiosas independientemente de lo que diga su agresor, porque no le hicieron nada malo a nadie, porque no son responsables de lo que hagan los demás, el agresor lleva la violencia adentro y descarga su furia contra ustedes, por eso nosotras les pedimos dejemos atrás ese miedo y esa vergüenza y busquemos entre todas un lugar mejor para vivir castigando a los culpables, alejándolas del maltrato e insertándolas en una sociedad mas justa donde todos queremos vivir...
Por: Proyecto 5 Minutos
lunes, 11 de mayo de 2009
Un grito en el silencio
La sociedad nos ha enseñado que el amor nos define como mujeres, debemos ser cautas y amorosas con el marido, novio o compañero, cuidarlo, protegerlo y amarlo por sobre todas las cosas, somos él y yo, nada más importa. No importa que me diga que ese color de pelo me queda horrible, que no sirvo para nada, que sin él no existo. Me lo tengo que bancar, yo lo elegí para pasar mi vida. ¡Mujeres! Sépanlo, ¡no tiene que ser así! No debe ser así bajo ningún punto de vista.
La sociedad, la cultura, nos ha construido como seres del amor, de la sumisión. Nos encasillan y nos condenan a vivir una vida miserable. Por eso hoy les propongo que hablemos desde una perspectiva de género que nos abarque, que nos embargue, tratemos de pensarnos, de mirarnos como personas libres de hacer lo que se nos plazca (siempre teniendo en cuenta que somos seres relacionales y que lo que hagamos siempre involucra a los otros), tomemos decisiones por nosotras mismas, no dejemos que nos hagan y que nos deshagan. Pensémonos iguales, hombre – mujer: iguales.
Hablamos de género cuando decimos que los vocablos hombre – mujer son construidos y no tienen por qué ser estáticos, sino todo lo contrario, deben de ser dinámicos, moverse todo el tiempo: hay mujeres que trabajan, hay hombres que se quedan en casa, hay mujeres que hacen política y hay hombres cuya especialidad es la cocina, etc. y muchos ejemplos más. Ya no somos “los” ni “las” de antes.
La sociedad patriarcal nos ha hecho aprehender que somos débiles, que sin un hombre que nos proteja no servimos para nada y que todo se lo debemos a él; que son ellos quienes deben gobernar, tomar las decisiones y muchas otras cosas más que no vale la pena nombrar. En nosotras está la posibilidad de cambiar la mentalidad; los tiempos nos corren y debemos empezar a pensarnos como mujeres libres, dignas de una vida que nos de provecho, porque podemos, no somos débiles, todo lo contrario, “todo lo podemos”. Y cuando digo libres no digo solas, digo que las personas que están a nuestro lado nos deben de respetar porque no somos cosas, somos MUJERES y tenemos derecho a no ser golpeadas, maltratadas, humilladas, discriminadas, abusadas… Y está en nosotras hacerlos valer porque podemos enojarnos, gritar, porque somos adultas y responsables y queremos compartir nuestros sentimientos y debemos hacerlo. Y está también en los hombres respetarlos.
Comencemos entonces, todos, hombres y mujeres, a cambiar actitudes, a valorarnos, a querernos un poco más, porque todos somos parte de esta realidad y está en nosotros transformarla porque somos agentes de cambio, que nadie nos impida desplegar nuestras potencialidades para hacerlo, porque todos podemos, porque recursos humanos hay muchos y hay que saber aprovecharlos y llevarlos a su máxima expresión. No nos quedemos con los brazos cruzados, reaccionemos, tomemos conciencia de esta realidad que nos sobrepasa y seamos sensibles ante las injusticias, NOSOTROS, la gente común; los profesionales, los estudiantes, las amas de casa, los empleados públicos, privados, los quiosqueros, lo barrenderos, los almaceneros. En nosotros está la transformación.
miércoles, 6 de mayo de 2009
Cuantas veces hemos escuchado a lo largo de nuestra vida frases como,
“No haces nada", "Estás todo el día en casa", "La plata es mía porque yo la gano", "Sos una puta", "Tus amigas son todas unas locas", "Sos igual que tu madre", "Sin mí no podes hacer nada". Durante años, nos han repetido estas palabras que nos descalifican como mujeres, que terminan haciéndonos sentir como el maltratador dice que somos.
Nos volvemos melancólicas, desconfiadas, apagadas, la alegría nos dura poco, nos sobresaltamos en la noche, despertamos con un susto, sentimos que nos robaron algo, algo muy de adentro, algo de nuestro ser, la sonrisa ya no es la misma y a veces, sentimos que nos persiguen, aunque realmente no estén haciéndolo. Sin embargo, esto es lo mejor de todo, la valentía no es la ausencia de miedo, es que a pesar del miedo, pudimos afrontar nuestra situación atreviéndonos a romper con el agresor y a que este sienta en lo profundo de su mismo ser que no se lo vamos a permitir nunca mas y que no se le ocurra ni siquiera intentarlo. Sin violencia, sin insultos, solamente cuando le hemos transmitido de forma clara, que hay un espacio que no puede traspasar. No es fácil, parece hasta imposible a veces, pero es posible y cuando esto ocurre, nos aplaudimos, nos mimamos, nos sentimos con la autoestima de una campeona y nos vamos a caminar sintiendo el viento fresco en la cara, una tierna brisa que ahora evapora las lágrimas. Es volver a nacer para una misma, y esa alegría no se compara con nada.
Y no me daba cuenta de mi grandeza como ser humano, NACI MUJER.
La violencia domestica no es solo un tema de desigualdad entre hombres y mujeres, es un tema de poder, de la superioridad que una persona se cree con derecho a tener sobre otra y la satisfacción que obtiene sometiéndola, mas allá de que sea mujer o niño.
Esto es un circulo, en donde no es tan fácil escapar si tenemos en cuenta que no siempre media el maltrato en las relaciones, sino el arrepentimiento, las lagrimas, la recompensa, la promesa de cambio del agresor, y lamentablemente después de la reconciliación y un falso estado de calma, otra vez la violencia. No nos olvidemos que el agresor necesita tener a quien someter para sentirse complacido.
Es importante que la sociedad asuma que es un problema de todos y mas allá de que por muchos años se enfoco como un problema puertas adentro, del ámbito de lo privado, lo cual hizo que muchas veces hiciéramos la vista gorda ante lo acontecido a nuestra vecina, una mujer golpeada, es una mujer en peligro, que necesita mas que nunca de nuestra ayuda, de las redes que todos podemos construir para salvarla.
La Nueva Ley Nacional Nº 26.485, DE PROTECCION INTEGRAL PARA PREVENIR, SANCIONAR Y ERRADICAR LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES EN LOS AMBITOS EN QUE DESARROLLEN SUS RELACIONES INTERPERSONALES, incluye en el art.6º estas modalidades:
a) Violencia doméstica contra las mujeres: aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo familiar, independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad, comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo familiar el originado en el parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el matrimonio, las uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o finalizadas, no siendo requisito la convivencia;
b) Violencia institucional contra las mujeres: aquella realizada por las/los funcionarias/os, profesionales, personal y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución pública, que tenga como fin retardar, obstaculizar o impedir que las mujeres tengan acceso a las políticas públicas y ejerzan los derechos previstos en esta ley. Quedan comprendidas, además, las que se ejercen en los partidos políticos, sindicatos, organizaciones empresariales, deportivas y de la sociedad civil;
c) Violencia laboral contra las mujeres: aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de trabajo públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso, estabilidad o permanencia en el mismo, exigiendo requisitos sobre estado civil, maternidad, edad, apariencia física o la realización de test de embarazo. Constituye también violencia contra las mujeres en el ámbito laboral quebrantar el derecho de igual remuneración por igual tarea o función. Asimismo, incluye el hostigamiento psicológico en forma sistemática sobre una determinada trabajadora con el fin de lograr su exclusión laboral;
d) Violencia contra la libertad reproductiva: aquella que vulnere el derecho de las mujeres a decidir libre y responsablemente el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos, de conformidad con la Ley 25.673 de Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable;
e) Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales, de conformidad con la Ley 25.929.
f) Violencia mediática contra las mujeres: aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres.